Con la venia… Miguel Pasqual de Riquelme

Escrito por Antonio Alarcón. 28 de noviembre de 2016, lunes.

“Para mí es un reto apasionante el estar como máximo responsable de la judicatura en Murcia y me quita el sueño el tratar de hacerlo lo mejor que pueda para mejorar el servicio público de la justicia”

“La excelencia de un líder se mide por la capacidad para transformar los problemas en oportunidades”
(Meter Drucker)


¿Quién es Miguel Pasqual de Riquelme?


¿Fue vocacional ser magistrado?
No, la verdad es que no. De joven nunca tuve ni vocación clara por el Derecho, ni cuando era estudiante tuve esa vocación clara ni una certeza de que iba a hacer la carrera judicial. Yo, de pequeño, quería ser diplomático(!), pues siempre me atrajo mucho todo lo relativo a viajar, el extranjero, los países exóticos… En las lecturas siempre me gustan los libros de viajes, biografías o descripción de países. Finalmente, dejé atrás lo de ser diplomático y surgió la posibilidad ya que en aquel momento había una gran oferta de plazas para jueces y fiscales, y haciendo mi composición de lugar, y llamándome la atención por la cercanía de un tío mío que era en aquel momento magistrado en la Audiencia Provincial de Murcia, lo acompañaba un poco para ver en que consistía dicha carrera, fue cuando surgió la idea más que la vocación.
Hice la carrera, más tarde aprobé la oposición e inmediatamente me di cuenta de que la judicatura me llamaba muchísimo la atención, a pesar de que era mucho más sacrificada que la de fiscal en aquel momento. Llegué a ser fiscal unos días, pero enseguida percibí que ser juez era lo que quería.

¿Cuáles son las diferencias entre ser presidente del Tribunal Superior de Justicia y magistrado a dedicación completa?
Bueno, es muy diferente. Hay sustrato igual en cuanto a que trabajas con asuntos y desde una perspectiva siempre jurídica de la solución, pero no es lo mismo un juzgado de lo criminal en el que hay celebración de vistas, número muy importante de juicios que celebras anualmente, el dictado siempre importante de un número de sentencias pues te focalizan esa tarea, y ahora hay que compaginar una carga jurisdiccional desde luego mucho menor, aunque es verdad que con más trascendencia, ya que llama más la atención de medios de comunicación y de la ciudadanía. Sin embargo, es una carga comparativamente mucho menor en número, aunque no en complejidad, y todo eso hay que compaginarlo con una actividad gubernativa, que es como llamamos a la gestión interna, y una actividad institucional que ocupan buena parte de mi tiempo.
La gestión para mí es una pasión que descubrí durante el ejercicio de mi carrera, en especial en mi época en el Consejo General del Poder Judicial. Esos tres años que dediqué me encantaron y me llamó mucho la atención la parte la justicia que tiene como aparato, como organización, como servicio público; en definitiva, una organización que tiene que prestar un servicio que debe ser de calidad pero también con eficiencia sin dilapidar medios. Y al ver como se hacían las cosas en otros países, surgió en mí algo que hasta entonces no conocía y es una vocación por trabajar en el ámbito gubernativo o de la gestión de la organización. Éso me llevó a presentarme a decano y estar durante 8 años como tal en el Partido Judicial de Murcia, reto importante por el número de juzgados que tiene, y luego a dar el paso a presentarme a las elecciones a presidente del Tribunal Superior de Justicia, donde se puede hacer una labor más intensa de gestión de este aparato dentro de las limitaciones… La confluencia de competencias, Ministerio de Justicia, Consejo General del Poder Judicial y en la poca gestión que se puede hacer de los tribunales, me resulta muy interesante, atractiva y se convierte en una labor apasionante para mí.

¿De todos sus momentos profesionales, con cuál se queda?
Hay dos. Uno es éste que vivo ahora, pues para mí es un reto apasionante el estar como máximo responsable de la judicatura en la Región de Murcia. Me quita el sueño el tratar de hacerlo lo mejor que pueda para mejorar el servicio público de la justicia, y todas las mañana me levanto con ganas de seguir trabajando. De hecho, en mi familia se quejan de que dedico demasiado tiempo al trabajo. Hubo otro momento para mí apasionante, que fueron esos tres o cuatro años que estuve en el Consejo General del Poder Judicial, en los que estaba la mayor parte del tiempo viajando, trabajando en otros países de manera continua, estando prácticamente la mitad del año fuera de España, prestando asistencia y asesoramiento en el desarrollo de sistemas legales, en el fortalecimiento del Estado de Derecho en otros países y para mí fue una experiencia conocer todos los países de América Central y del Sur, los cuales patee varias veces, incluso en la misma semana llegué a ir de Madrid a América dos veces.
Esos años me dieron la oportunidad de conocer momentos muy interesantes, como fue la incorporación de los países central y del este al proyecto europeo. También me permitió conocer esas naciones justo en el momento de transición de los sistema comunistas a estados de derecho, sistemas más occidentales. Pude vivir momentos fantásticos también en África cuando tuve que hacer consultoría y me permitió ver también todo lo que era la herencia Europea en un entorno e idiosincrasia muy particular y distinta, el como convivía el Derecho con las tradiciones e incluso con la magia como pude ver en alguna ocasión en Guinea.
Me encantó ver momentos y visitar experiencias de justicia tradicional como los hombres buenos y los jueces de los pueblos indígenas de América, y me marcó mucho estar en Sarajevo poco después del fin de la guerra para ayudar a construir la Corte de Estado de Bosnia Herzegovina, que estaba encargada de enjuiciar algunos de los crímenes de guerra que no iban a ser tratados por el Tribunal de la Haya. Fue una experiencia interesantísima conocer lo que había sido una guerra civil, y fue una experiencia personal interesante vivida en los escenarios en primera persona. Vi lugares de internamiento, encarcelamiento, de fusilamiento…; contemplé los restos de las bombas y las granadas, conocí gente que había perdido a su familia y en condiciones muy duras pude hablar con ellas y estar ahí fue muy enriquecedor.
Vi la parte parte dinámica, la parte en la que la administración de justicia no solo gestiona un volumen de asuntos, sino que además es capaz si lo consigue y ese es un poco mi reto, mi pasión… que consiga resolver problemas. Mi objetivo es una justicia que resuelva problemas, entendiendo por problemas los de la gente y naturalmente con las armas del Derecho y con la técnica pero sin perder nunca de vista de que el Derecho, los jueces y los abogados somos un instrumento al servicio de la resolución al conflicto que tengan nuestros conciudadanos y es cierto que, a veces, en este aparato tan grueso que impresiona y del que uno forma parte, hay que tener la perspectiva del engranaje y del que para que esta el engranaje.

¿Qué jurisdicción en su ejercicio profesional le gusta más?
Yo me he formado en la jurisdicción penal y es la que más llamaba mi atención; lo público siempre me ha atraído mucho, me sugiere mucho ese escenario del Estado como parte, como poder, y el ciudadano enfrentándose con ese poder. En el ámbito penal ese conflicto se manifiesta de una manera muy evidente, resultándome más interesante que el ámbito del derecho privado en el que son dos partes, dos conflictos de intereses particulares que si que resuelve el Estado pero me atrae menos.
Desde el punto de vista técnico-jurídico me gusta mucho el derecho penal y además es al que me he dedicado prácticamente toda mi vida y que me viene muy bien como es para un puesto como es un tribunal superior de justicia que tiene fundamentalmente competencias en el ámbito penal, tiene algunas civiles, pero en un territorio que no tiene derecho civil foral o especial como es Murcia, el ámbito de la materia civil es menor. En este sentido me siento cómodo.

¿Cuál es su definición de justicia?
Creo más en la previsibilidad. Muchas veces digo que nuestra primera obligación como jueces es ser previsibles, es decir, tratar de trasladar a la ciudadanía (también a los profesionales del derecho) un cierto grado de certeza de incertidumbre de que se espera del sistema judicial. Y creo que debemos esforzarnos mucho en ello, tratando de evitar que cada juez encuentre la justicia en la interpretación particular que haga de los preceptos legales, sobretodo si esa interpretación es distinta o abiertamente contraria a la del compañero del despacho de al lado que llega a una interpretación distinta de justicia en el caso concreto. Siendo una riqueza el que cada juez afronte el estudio y la resolución del caso desde la libertad de creación e interpretación del derecho, creo que en una sociedad tan compleja como la que tenemos con una litigiosidad tan extraordinariamente alta, nos obliga a los jueces a tratar de ser previsibles y hacer mucho por unificar nuestros criterios, incluso anticipadamente, por detectar pleitos testigo que trasladen a la sociedad una certeza cerca de cual es la respuesta judicial en ese tipo concreto de asunto antes de que la litigiosidad continúe creciendo y por lo tanto siempre visualizo la justicia o la definición de la justicia desde más de la previsibilidad de la respuesta que desde la identificación de valores o aspectos más míticos, filosóficos o religiosos detrás del término.

¿Qué opina de la reinserción social como finalidad de las penas?
Mi opinión es consecuente con la previsión constitucional de que las penas deben estar orientadas a la reinserción social y creo, además, profundamente en ello; es decir, me gustaría vivir en un sistema de justicia penal que se orienta a reconstruir eso que se rompió, y lo que se rompió a veces no son sólo las víctimas ni a veces los hechos criminales, sino que, en ocasiones, lo que venía roto era el propio sujeto activo del delito, el propio criminal. Y ese juguete roto rompió otras cosas y por eso debe tener una reacción como el resto de conductas desviadas en el sentido criminológico de la palabra, pero precisamente con una finalidad de encauzamiento, de recuperación y de reconstrucción de ese tejido social roto lo cual es más fácil de decir que de hacer pero en cualquier caso es algo que no debe perderse nunca de vista.

¿Qué nos puede decir del proyecto de la Ciudad de la Justicia en Cartagena?
Por ella estamos luchando desde el Tribunal Superior de Justicia. El primer acto de apertura del año judicial que hice, tras tomar posesión del actual cargo, quise hacerlo en Cartagena y así lo sucedió, y no fue por casualidad, sino que lo hice específicamente para reivindicar lo que yo creo que es una necesidad no sólo para Cartagena sino para la Región. Cartagena esta llamada a ser, junto con Lorca y con Murcia, el triángulo a través del cuál pivote toda la organización judicial regional. Tengo esa visión y creo que debemos de empezar a pensar en términos de implantación en el territorio distintos a los que se planificaron en 1870, año desde el que prácticamente no se ha movido mucho el número de partidos judiciales. Hay 431 en el país, 11 de ellos en la Región, y debemos empezar a pensar de otra forma, al igual que han hecho la administración sanitaria, la Guardia Civil, el ejercito y cualquier administración en las que han replanteado cual debía ser la forma más eficaz y eficiente en el territorio. Siendo una tarea pendiente, sé que es una tarea delicada, y que genera dudas, temores y conflictos pero creo que lo que hay que hacer es gestionar todo eso para tratar de llegar a un nuevo mapa judicial, y en ese nuevo mapa judicial Cartagena tiene una llamada a representar un rol fundamental debido a su situación geográfica, su importancia económica… El futuro potencial de Cartagena es extraordinario como estamos viendo en los últimos años, y debe prepararse para ese futuro que yo creo que esta llamando a la puerta y no depende del tribunal superior el organizarlo, y debe estar organizada a eso. Lo primero que debe tener organizado es una infraestructura que le permita asumir esa responsabilidad y pasa, como no, por una Ciudad de la Justicia. Mas difícil está siendo el proceso de desarrollo del proyecto. Los terrenos están preidentificados, pues Mandarache siempre ha sido la referencia de donde debía estar ubicado, pero hace falta que los responsables, tanto municipales como el Ministerio de Justicia, se pongan de acuerdo en lo que sería en la identificación de las necesidades concretas y la cesión en su caso del negocio jurídico que se estime oportuno de los terrenos y afrontar el proyectos de construcción. Lo que sí que estamos haciendo desde el Tribunal Superior de Justicia es aceitar ese proceso, y lo hemos hecho haciendo el acto del año judicial en Cartagena, reivindicando esa necesidad y cada vez que he tenido ocasión de reivindicar de que se activen esos previos pasos para la implantación de la Ciudad de la Justicia, y he hablado con el alcalde, con el decano del Colegio de Abogados, con el presidente de la Comunidad Autónoma, con el ministro de Justicia, con los directores generales y con el Consejo General del Poder Judicial he puesto sobre la mesa la necesidad de que Cartagena ya tiene sus espacios físicos sobrepasados, pero no por este motivo sólo, sino porque Cartagena tiene su papel futuro en la Región en lo judicial, y tiene que estar en condiciones optimas para asumirlo.

¿Cuál es la carga de trabajo en los juzgados de la Región de Murcia?, ¿considera que hacen falta más medios humano?
No considero que hagan falta, lo afirmo rotundamente y con datos. Los órganos judiciales de la Región, tanto los unipersonales como los colegiados, tienen más trabajo que el resto de España, tienen menos recursos, menos jueces, menos personal, menos juzgados y son más productivos, a pesar de eso, que el resto de España, proporcionalmente. El problema no está en una falta de productividad ni de esfuerzo, el problema lo tenemos en una litigiosidad muy importante en la Región. Estamos en el puesto tercero o cuarto, según los años, de los territorios con más litigios del país y de los que te tiene una ratio de juez habitante y un número de órganos menor de España. Éso sólo puede revertirse a través de la creación de nuevas unidades judiciales. El Ministerio de Justicia, en sus cálculos internos, ya ha señalado que en la Región hacen falta 36 nuevas unidades judiciales, de las cuales 4 se podrían obtener de la reestructuración interna de órganos que están infrautilizados y que pueden ser utilizados reconvirtiéndose (en ese sentido el Tribunal Superior propuso y el Gobierno/Ministerio de Justicia ha aceptado) la reconversión de un juzgado de Lo Contencioso de la capital en un juzgado de Lo Social, pero reclamamos desde hace años la creación de nuevas unidades judiciales aunque la crisis económica lamentablemente ha dejado durante varios años en blanco el crecimiento a pesar de que hemos tenido incrementos de un 25% en el número de asuntos que entraban en el sistema. Éso ha provocado demoras, dificultad en la gestión con los mismo medios y parece que ahora se esta revirtiendo la situación estando a la espera de algunas de nuestras peticiones, somos conscientes de la necesidad de ciertos juzgados, y jurisdicciones como la social y la civil, que están soportando niveles de trabajo difíciles de afrontar. Mi misión es diagnosticar, pedir y tratar de obtener por todos los medios.

¿Nos podría contar qué suceso no ha olvida a lo largo de su carrera?
Siempre hay anécdotas en ese sentido. Algo que me ha llamado mucho la atención ha sido el dolor humano que hay detrás de los juicios, y aunque te acostumbras a él, siempre te sorprendes e incluso te emocionas, como llegó a sucederme en un juicio por el dolor de las personas tanto de una parte como de otra. Tampoco nunca olvidaré experiencias que tuve muy dramáticas durante mi época de juez de vigilancia penitenciaria en Las Palmas de Gran Canarias, y el contacto que ello me llevó con los presos de la banda terrorista ETA a los que tuve que atender personalmente como juez de garantías de la prisión y en cuyo detalle no puedo entrar… Son experiencias que ilustran pero también que te dan muchos disgustos.

¿A qué personaje histórico tiene algo que agradecerle o a influenciado en su vida?
No soy una persona que identifique personajes, héroes o mitos, soy más prosaico en ese sentido. Me gustan los ejemplos concretos de gente concreta a la que he visto actuar de una determinada manera, pero tampoco creo en los héroes totales o maestros totales, sino más bien en como una persona actúa en un determinado momento, y en ese momento adquirió la condición de maestro, o en ese momento fue un maestro, emocionó, tuvo un acto heroico. Creo más en los momentos que en los personajes.


Agradecemos la entrevista concedida por Miguel Pasqual de Riquelme por su amabilidad, su atención y la intensidad en su respuestas. Casi 30 años de maduración profesional en una barrica de juzgado, hacen de Miguel Pascual de Riquelme entre entre las personas idóneas para el puesto que ocupa. Presenta gran intensidad en sus contestaciones, siempre con actitud elegante, y predomina una cercanía singular que se agradece en todo momento. Con respecto a las experiencias acumuladas durante su carrera, resultan, cuanto menos, alucinantes para un servidor. Seguro, ágil, eficiente y eficaz son las notas que determinan una personalidad cargada de energía y dinamismo, y con lo que más me quedo es con su pasión en su labor. Si algo me ha quedado claro es que un juzgado no hace jueces de receta, sino que en ellos se interpreta la Ley y se crean soluciones. Muchísimas gracias por el tiempo dedicado.

 

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