Venir, íbamos todos con flores a María

Escrito por Rogelio Abad Martínez.

De la feliz época que pasé en el Colegio del Patronato del Sagrado Corazón de Jesús, me queda el recuerdo imborrable de cómo nos enseñaban a vivir el mes de mayo las Hijas de La Caridad, hecho este que perdura en mi a través de los años.

La fecha de la instauración de la devoción, hizo que se considerara en la primavera, este mes de María llamado así por excelencia, tiene una tradición milenaria, como se decía se reza el mes de las Flores, de ahí que en la Edad Media  se consagrara con este nombre a la Virgen María. Las primeras noticias que se tienen de esta costumbre religiosa viene de nuestro rey Alfonso X El Sabio, que invitaba a invocar y a venerar a María, en el siglo XIII. El mismísimo rey invitaba a venerar e invocar a María ante su altar en el mes de las flores. De ahí que escribiera las Cantigas de Santa María, porque quería trovar en honor de la  Rosa de las  rosas y Flor de las flores.

En el siglo XIV, los joyeros de Paris solían llevar a la Virgen de Mayo  un “mayo” que era una planta adornada con brillantes, cintas y emblemas. En Italia San Felipe Neri , el iniciador del “mes de Mayo”, dedicado a María con la costumbre de invitar a los jóvenes a cantar ,llevar flores y ofrecer algún signo a la Virgen. Y en este mismo siglo el monje alemán Volfango Seidi, publicó el boletín titulado “Mayo Espiritual”, que es el primer esbozo del mes mariano, lo que no se puede negar que se, dio el impulso necesario a esta practica cristiana  con especiales ejercicios de piedad y escritos.

En el siglo XVIII, el Jesuita Aníbal Dionisi  preparó un folleto titulado “El mes de María, mes de Mayo consagrado a María”. Otro  jesuita el padre Lolonia, publicó otro librito titulado “Mes de Mayo” que reemplazó al anterior  llegando a tener 60 ediciones. A finales de este siglo comenzó a rezarse en las parroquias de Verona, desde donde se extendió a las otras diócesis de Italia, con otro libro del “mes de Mayo” escrito por el padre Alfonso Muzarelli y que envió a todos los obispos de la nación. En 1803 este mismo sacerdote lo introdujo en el oratorio de Caravita de Roma  desde donde pasó a otras iglesias romanas. Hacía mediados del siglo se propagó por casi todos los países de Europa, en naciones como en Estados Unidos, a países de América del Sur incluso a China .Posteriormente a todas las Parroquias del Mundo Católico.

Pío VII en 1815 y Pio IX en 1859 concedieron  indulgencias especiales.

Mas allá de celebrar el mes de María muy variado según las distintas geografías es un hecho claro que el pueblo cristiano ha sentido la necesidad de acudir a María para venerarle y pedir su intercesión durante todo un mes. Este pueblo merece todo el respeto porque es muy sabio a la hora de captar el papel que María ha jugado   en la historia de la salvación. El Concilio Vaticano II, en la Constitución Dogmática sobre la Iglesia “Lumen Gentiun, capítulo VIII califica el papel de la Virgen María como “insustituible”, púes María es el puente a través  del cual Dios quiso entrar en la historia de la humanidad. Pudo entrar de otra manera, pero quiso elegir esa  y sólo esa.

De  ahí que todo lo que hagamos por la Madre redunda en la alabanza del Hijo

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