'Levantinos, levantáos'

Escrito por Marco Albaladejo Alajarín. 7 de agosto de 2023 - LUNES.

Gala flamenca con Polito ('Y tú') y Carmen Linares ('40 años')

Si conocen el himno de Andalucía, cuna del flamenco y base de su imaginario, se habrán figurado la razón del título. La del 6 de agosto de 2023 fue una noche en que los palos y sonoridades mineras reafirmaron su hermanamiento con el más clásico flamenco andaluz, no exento de sorprendentes innovaciones, de la mano del bailaor Antonio Moreno Fernández “Polito”, con su espectáculo “Y tú”.

Con una chaqueta de flecos, que enfatiza el movimiento del bailaor, entra sinuoso como la noche que caía sobre la Catedral. Una historia suena en los altavoces, mientras que Antonio mira y rodea en pasos cortos y calmados el sombrero, se desarrolla una potente masa sonora tras él. Esta primera sección marcaría la que sería la tónica principal del resto del espectáculo, por supuesto, con personalidades completamente distintas, propias, en cada una de sus secciones. Finaliza con varios giros y desplantes, con gesto altivo. Se genera entonces una extraña sensación de duda, cuando el piano abre un nuevo episodio de psicodelia flamenca, en la que destacará nuevamente el zapateado, primeramente, simulando un simple andar, de pasos largos, y tras un gesto de agradecimiento a la ciudad que acoge esta, su velada, atraviesa una breve exposición de braceos varias, que concluye recogiendo el sobrero y abandonando el escenario, al que se volvería a subir a compás de granaína. Bajo la sierra del compás, se muestra por géneros más innovadores, como flamenco-jazz o ritmos latino-flamencos. Cuando Polito abandona el escenario, y regresa con un nuevo atuendo, se inicia en el “juego del cajón”. Le observa, lo corteja, y acaba por golpearlo, extrayendo sus ritmos. Por la mente de Polito se suceden las ideas, los recuerdos. El contraluz rojo esconde en su rostro un deje de alegría, al mismo tiempo que un ligero de inseguridad basada en unos controlados nervios. Los mismos nervios de un niño que visita por primera vez ese lugar que sus padres le han estado diciendo que le iba a encantar. Y en efecto, el debut del joven sevillano en este Festival se cerró con un fin de fiesta en el que tanto él como sus músicos, de pie, abandonaron las tablas de la Catedral del Cante entre ayeos y alegres gestos.

Pequeño el receso, y grande la expectación por ver sobre el escenario a una de las reinas indiscutibles de la historia del arte flamenco. La niña de los Peines, La Argentinita, Eva Yerbabuena, Encarnación Fernández, Lola Flores “la Faraona”. Grandes mujeres, que dejaron su huella en la historia de este arte. Y aún así, entre cortinas se escucha una voz, ya por todos conocida. La voz de una mujer esencial para el desarrollo del género y para la mujer en este, nuestro arte. Por fin llegó el momento de que pisase las tablas del antiguo Mercado Público la jiennense Carmen Linares. Poco hay que decir de una voz seguramente escuchada por la mayor parte de los asistentes a esta gala del Festival. Atravesando diferentes cantes, como tangos de Graná, cantiñas, una toná, seguiriyas y otros varios, y con una notable reivindicación de las mujeres, la voz rasgada de la cantaora andaluza recordó a las grandes figuras de la literatura española, con especial énfasis en los de su tierra, como Federico García Lorca y Juan Ramón Jiménez, así como al alicantino Miguel Hernández. Paco de Lucía fue también otro de los grandes homenajeados en un momento mágico en que piano y guitarra se fundieron en uno solo. Encarnación Fernández recibió su reconocimiento, cuando Carmela le dedicaba unos cantes mineros.

La conclusión de esta magnífica velada se produjo por bulerías, en una progresión hacia arriba desde el lamento hasta la alegría, una alegría que resonó con espíritu propio por las paredes del Mercado. Unas paredes forjadas en la experiencia del día a día. Unas paredes cuyos ojos han visto el más sensible sufrir, y el más alegre cantar. Unas paredes eternas, que cuando nada reste en la memoria de la gente, seguirán con su figura recordándonos al son del tacón y la guitarra.
 

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