'Benito García, crecer con un maestro'

Escrito por Aurora García García. 22 de octubre de 2023 - DOMINGO.

La plataforma de Cartagena Futuro, tuvo la amabilidad de guardar un espacio de su gala anual al 'Cartagenero del año' para homenajear a mi padre, Benito García Soto. Fue muy emocionante compartir la velada con algunos de sus buenos amigo y sentimos enormemente que él no haya podido ver las numerosas reacciones de amor, admiración y respeto que ha supuesto su despedida.

Desde que falleció, guardo la esperanza de conseguir trasladar aquellas ideas que cultivó y compartió con fervor durante toda su vida. Espero que este escrito sea un vehículo más para lograr mi objetivo, pero le advierto querido lector, que no resulta tarea sencilla debido a la increíble herencia en aprendizajes y conocimientos que mi padre, el maestro, me deja.

Benito García Soto nació en Cartagena, en el barrio de San Antón, el 16 de diciembre de 1956. Fue maestro, y su profesión envolvió con mucho amor todas las facetas de su vida. Creía firmemente en que el profesorado tenía la oportunidad de despertar en la infancia y la juventud la curiosidad que les permitiera conectar su corazón, con su contexto y con los valores humanos.

El conocimiento asociado a su tierra y a la memoria de la misma, se convirtió en un medio para trasladar su mensaje, y dio uso de cientos de historias reales para compartir con quién le rodeaba los valores atesorados por la humanidad.

Sentía interés por las maravillas asociadas a las civilizaciones que pisaron nuestra ciudad trimilenaria, por la valentía y proezas de los héroes que luchaban por la libertad y contra los sistemas corruptos, por las biografías de hombre nobles que no habían recibido en vida el reconocimiento de sus conciudadanos, pero también le fascinaban las costumbres del entorno rural y pesquero, destacando los conocimientos de su profesión, su esfuerzo, fortaleza e ingenio. Mi padre era un gran coleccionista de historias que le permitían trasladar una reflexión o un sentimiento.

A lo largo de los años, generó una preciosa red de amigos con los que desarrollo tantos proyectos que nos resulta imposible exponerlos todos. Yo misma observé durante toda mi infancia, cómo al terminar su jornada, dedicaba horas a leer, analizar y escribir sobre temáticas muy variadas. Después, se rodeaba de mentes curiosas y comprometidas, con las que compartir sus averiguaciones y generar un movimiento que nunca sabíamos dónde iba a acabar. Reuniones, sobremesas, noches de diálogos interesantísimos y acalorados debates fueron su principal entretenimiento.

Su primer trabajo fue en la Escuela del Rosario de Cartagena y tras aprobar la oposición, pasó a ser funcionario del Ministerio de Educación en 1977 siendo su primer destino el Colegio Nacional “Antonio Arévalo”. Allí conoció a su buen compañero de batallas, José García Bocanegra. En 1980 toma su plaza definitiva en el Colegio Público Azorín de Molinos Marfagones, asumiendo la dirección del centro en 1988 y a la que dedicó 20 años y tras ello siguió en el mismo centro hasta su jubilación, aún conservaba en su móvil una foto de la pizarra firmada por todos los alumnos/as que formaron parte del último grupo del que fue tutor.

Se esforzó en enseñarles a sentirse orgulloso de su entorno, historia e identidad cultural, de la importancia de los molinos de viento, de los aljibes, de las torres de vigilancia y fuertes de interior, del trovo, de su gastronomía, de sus fiestas y tradiciones.

Disfrutó enormemente de las gestas y costumbres que descubrió inmerso en la comarca del campo de Cartagena, gustaba de visitar con grupos de amigos el restaurante de María Zapata, el molino Zabala, el museo etnográfico de los Puertos de Santa Barbara o las fiestas de Perín.

Fue nombrado Molinero del año y pregonero, en los Molinos Marfagones y redactó un hermoso texto para el que recolectó todo tipo de relatos asociados al pueblo que lo acogió. Él creía que el futuro de un país se valora por el desarrollo obtenido por cada una de sus ciudades y pueblos, desde el más pequeño al más grande. Todos igual de importantes.

Encontró en las Fiestas de Cartagineses y Romanos una plataforma para que la ciudad experimentara la historia en vivo, por ello se cuenta entre los fundadores y presidentes de las Tropas de Baal-Hammón. Colaboró en la promoción de múltiples iniciativas para la Federación de Tropas y Legiones, reivindicando durante años de forma documentada el día no lectivo en fiestas para vivencia y disfrute de los escolares cartageneros. Otros proyectos desarrollados con gran ilusión fueron la realización del Congreso de Fiestas de Cartagineses y Romanos desarrollado en la Universidad Politécnica de Cartagena, la colaboración en la realización de diferentes guiones, incluida la batalla por Qart-Hadast, su papel como cronista y el apoyo incondicional a mi proyecto personal como Himilce.

Fue uno de los socios fundadores y vicepresidente de la Asociación de las Escuelas Graduadas de Cartagena. Se sintió especialmente orgulloso del trabajo realizado por la asociación en la celebración del Centenario de la colocación de la primera piedra de las Escuelas Graduadas, y del Primer Congreso Conmemorativo del Centenario de las Escuelas Graduadas de Cartagena, de la reedición del libro de Félix Martí Alpera “Por las escuelas de Europa” El viaje que cambió la enseñanza pública en España. Donde se narra el viaje de dos maestros en el 1900, para traer los adelantos de la educación de toda Europa, al innovador proyecto de organizar las Primeras Escuelas Graduadas de España.

Para esta conmemoración realizó con los miembros de la asociación múltiples gestiones y buscó apoyos para convertir el Palacio Escolar de la calle Gisbert en un museo de la educación, donde se mostraran materiales escolares de interés museístico y una maqueta de la distribución original del edificio. Consideraba que el edificio en sí, era la pieza más importante del museo. Se sintió muy decepcionado al no conseguir la aprobación del proyecto por el ayuntamiento.
Tenía una fe absoluta en la relevancia de la educación como medio de progreso y libertad, y no podía comprender que las administraciones públicas no encontraran en tal monumento motivo de atención y promoción.

Aún así fue un divulgador incansable de la importancia de este edificio, que consiguió por fin su declaración de “Bien Histórico Cultural” en el 2004.

Miembro de la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Arqueología Marítima y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas (MNAM-CNIAS), situado entonces en el Faro de Navidad, donde apoyó con fervor al director de dicha entidad, el magnífico arqueólogo Ivan Negueruela, con él pudo ver, cómo se proyectaba y desarrollaba el actual ARQUA hasta su finalización y también tuvo que vivir con tristeza la inauguración de dicho museo en manos de un director diferente. Compartió mucho tiempo con Ivan Negueruela, un vallisoletano al que creía merecedor del mayor reconocimiento por la ciudad de Cartagena, gracias a su brillante y generoso trabajo de investigación y publicación y a sus libros, “Cartagena (Qartayanna al-Halfa)”, “Murcia por una mitra” y “Arx Asdrúbalis”.

Apoyó a cualquier asociación que difundiera y tratara de proteger el patrimonio histórico cultural de Cartagena. Aún recuerdo, la inmensa sensación de injusticia que sintió cuando observó la disolución de la Asociación Massiena, formada por un grupo de jóvenes que protestó enérgicamente sobre la nefasta situación en la que se encontraban los edificios modernistas del centro.

Me llevó de la mano a cada acto de reivindicación para la conservación y tratamiento de emplazamientos como el teatro romano, el parque arqueológico del Molinete, los castillos, fortalezas y las murallas de Cartagena.

Mi padre fue un ávido lector, y colaboró en la búsqueda de información y documentación para la realización de los proyectos de otras personas. Fue catalizador de amantes de la historia y la ciudad, poniendo en contacto o reuniendo por primera vez a personas que conformarían iniciativas esenciales para la Cartagena del futuro.

A este sinfín de proyectos hay que unir la gran colección de artículos que nos ha dejado en referencia a las inquietudes que sentía por la injusta distribución de los recursos regionales. Con esta inquietud formó parte activa de la Plataforma por la Biprovicialidad del Sureste Español, 2 es+. En esta asociación además de la actividad reivindicativa y divulgativa, se sentía feliz preparando “El Andén”, una publicación informativa mensual desde la que se proponían dialogar con la ciudadanía sobre las razones por las que consideraban beneficiosa la biprovicialidad de la CARM.

Mi padre era alguien que no dejaba a nadie indiferente, se informaba, reflexionaba y si lo consideraba necesario trasladaba sus conclusiones con honestidad, aunque ello le enfrentara a personas con poder que pudieran perjudicarle.

Me he preguntado muchas veces cómo pudo llevar a cabo tantas iniciativas, pero recuerdo el título de uno de sus artículos más queridos, “PUDIERON, PORQUE CREYERON PODER”. Y ello me hace concluir que mi padre era un tremendo optimista.

Termino ya. Realmente creo que el motivo final de todo cuanto hizo fue el deseo de entregarme un mundo mejor, a mí, a sus alumnos y alumnas, y a la ciudadanía del futuro. Me deja todo el amor que un padre puede entregar y una gran paz. Me animo a compartir su actitud de optimismo y esperanza, y tomo la pluma y las palabras que me deja para seguir el precioso camino que me enseñó, el sendero del cariño, del aprendizaje, de la reflexión, de la valentía y de compartir con honestidad y generosidad lo atesorado.

Leal, noble y heroico, los tres magníficos adjetivos que entonan el himno de la ciudad que tanto amó.

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