Mensajes con y sin cobertura

Escrito por Carlos Illán Ruiz - 21DEhoy agenCYA. 21 de agosto de 2020, viernes.

De los rebrotes a la segunda ola, posiblemente. Y en ese trayecto, miles de mensajes pidiendo responsabilidad, pero creo que no es cuestión de 'meter miedo' a los muchos que cumplen, sino de saber cómo llegar a los pocos que nos ponen en peligro a los demás. Ahí fallan. Mientras, aumenta el temor de que se dañe aún más la economía y se dañe aún más a trabajadores, autónomos y empresarios. ¡Cuánto daño pueden hacer unos pocos! ¿Es que no hay manera de salvaguardar a la mayoría?

Un servidor, por la profesión que (afortunadamente) ejerzo, me muevo mucho por distintos lugares, donde observo como la inmensa mayoría de vecinos utiliza la mascarilla y cuida la medida de seguridad sanitaria. Sin embargo, está un porcentaje pequeño de ‘gilis’ que ni están concienciados ni se espera que lo estén. Así, la irresponsabilidad los lleva al contagio y cuando llegan a casa o otro grupo de amistades o familiares comienza la cadena de contagios de un nuevo brote.

El origen está en locales de ocio, en el ‘botelleo’, en centros de trabajo y en otras situaciones en las que la acumulación de actitudes individuales genera el problema. Se dice que el principal foco de contagio está en los hogares, pero es evidente que a las casas llegan personas contagiadas de fuera con anterioridad, los cuales colocan el virus.

Pueden estar bastantes personas y no existir peligro. La prueba la hemos visto por esta zona en celebraciones como las de San Roque de Alumbres o San Cristóbal, entre otras. Cientos de asistentes y no hubo sensación de peligro alguno en momento alguno, pues todos eran responsables.    

Las cifras de positivos está creciendo, aunque esto es lógico, pues cada día se llevan a cabo innumerables pruebas de diagnóstico. Lo preocupante es que aumentan las hospitalizaciones. Ahí saltan alarmas. Está claro dónde brota el peligro y está clara la consecuencia, que alcanza a la salud y a la economía. ¿Quéremos otro confinamiento? Sería caótico. Hay ya personas que ha optado por un ‘confinamiento voluntario’, pero la solución no es volver a esconderse como topos, sino aprender a vivir con el coronavirus.

En ese ‘nuevo mundo’ los irresponsables sobran. Son pocos, pero muy dañinos. Los mensajes de los gobiernos nacional, autonómico y local no les llegan. Puedes organizar mil campañas de publicidad que no servirán, pues los que las reciben ya son personas de buen comportamiento, mientras que los irresponsables ‘pasan’, ni se enteran y ni se quieren enterar.

¿Cuál es la solución? No lo sé. No veo mal la ‘mano dura’ en una situación como la actual en la que hay que buscar el bien general. Establecer una sanciones bien definidas (muchas en el ‘Estado de alarma’ no prosperaron al estar más legisladas) y ejemplarizantes podría ser positivo en ese fin. Eso sí, además habría que darlas a conocer. Claro, que para ello también se precisa una constante presencia policial en las calles y en determinados lugares en horas concretas. No es cuestión de meter miedo por la mañana a un ciudadano que ha podido cometer un error o tener un descuido, sino de actuar contra los que de manera consciente (y grupal) no les importa dañar a los demás.

Es sólo una idea, pues la esencia de este artículo es elogiar a los muchísimos que cumplen y abogar porque las autoridades controlen a los pocos que incumplen. Mientras esto no suceda, mucha palabrería y cada vez más temor, pero lo mismo resulta que estoy en un error y que todo está ‘ferpecto’.

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