'Diario de un verano en Los Urrutias'

Escrito por Marina Caballero Sánchez. 9 de julio de 2019, martes.

Ya llevo una semana en donde desde hace 51 años considero mi pequeño paraíso de descanso. Me han picado tantos tábanos, mosquitos, unicornios y demás insectos que el pasado viernes decidí ir al médico. Un vecino de la zona me explica muy amablemente que puedo ir los lunes, miércoles y viernes a partir de hoy de cuatro a ocho de la tarde.

¡Que se le va a hacer! Pues llamo a un taxi y que me acerque a Cartagena a urgencias. Llamo al taxi, me comenta que no hay parada de taxi en Los Urrutias, que él viene desde Cartagena y por supuesto me cobra el trayecto. Mejor me pongo aloe vera de mi vecina y luego me acerco a la farmacia, que esa si que funciona.

Ahora, cerca de las nueve de la mañana, veo como trabaja el personal de limpieza de la playa  del ayuntamiento de Cartagena. No los veía desde el miércoles, que alegría más grande! El operario del tractor rastrillo, o como se llame el vehículo que supuestamente recoge algas y saca cieno, fuma  su cigarrillo mientras trabaja. Ya sabemos que el fumar ayuda a pensar y acompaña mucho. Tira la colilla a la arena. ¡Que más da! Una colilla más o menos.

Creo que esta semana voy a ir a tomarme algo al hotel nuevo, para que se me pase el disgusto.

Estado de la playa de Los Urrutias
Al cieno se van acumulando las algas y esa espuma blanca-amarilla a la que últimamente ya estamos acostumbrados. Seguro que en La Manga las cosas son diferentes.

Por cierto, me comentan que unos pocos están comprando unos muchos pisos y casas. Cada día tengo más claro que todo forma parte de un plan ya establecido. Y si no, tiempo al tiempo. O tendremos una laguna muerta y pestilente o tendremos un boom turístico-inmobiliario. Tiempo al tiempo.

Este año, en lugar de coger un bonito bronceado, tengo la piel acribillada a picotazos de mosquitos grandes como unicornios.

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