'Dignidad periodística'

Escrito por Andrés Hernández.27 de enero de 2018, sábado..

Decía Martin Luther King que “nadie se nos montará encima si no doblamos la espalda”, pues esa es la visión y la misión de los periódicos independientes sin subvenciones ni extensión política, diarios arrebatadores, con contenidos argumentados y metódicos pero contundentes en su oficio noble de denuncia e información, diarios que se han hecho fuerte, no solo en Cartagena, donde no hay parangón, sino en el resto de España, ora por el bocadillo de mortadela del resto de prensa contemplativa, lo que más, ora por las subvenciones comprometidas del hipócrita sustento, ora por la inanición periodística a golpe de salmo y epístola en la que se amparan comediando y transgiversando la información. Plazas fáciles, al cabo, para un periodismo arriesgado, veraz y contundente ya añorado y al que Ortega puso tilde, pero como en todos los derivados sociales, víctima del costumbrismo político, tan engañoso como nocivo, y sobre todo, víctima de los iracundos ataques de la progresía mediocre mal entendida y perfectamente manipulada con derecho feudal, por su recesión epistemología, un derecho de pernada que está débil democracia ha contemplado como parte inherente a los estadios constitucionales que hoy sufren la cobardía de sus dirigentes y, por extensión, la debilidad manifiesta de sus acciones, ataques impunes y consentidos por la negación institucional de las evidencias, como los facinerosos ataques a sedes periodísticas y periodistas contrarias al argumento de la absurda y manipulada revolución de fortuna. “Que nadie se les monte encima y para ello no se dobla la espalda”, como Luther.

No cabe duda que, como decía el escritor Argentino Ernesto Sábato sobre la dignidad y la globalización, razonamiento que yo extiendo a la vida periodística, más allá de la humana por la vinculación profesional del periodismo a la aventura y la honradez,  por su génesis de honestidad y nobleza, por su propia revolución interna en la búsqueda de la verdad y no la de las izquierdas retrogradas y ancladas en el propio feudalismo de su espíritu que, solamente usan la violencia gratuita como altavoz de sus reivindicaciones, antes, ahora y siempre, con argumentos desargumentados por sus triviales filosofías decrepitas y fracasadas pero cultivo de su decadencia humana.

Todos tenemos entendido que el periodismo es investigación y búsqueda de la verdad, más allá de la permisiva  y falsa herencia mercantil, pero ya hace décadas, se ha convertido en una espina en la dignidad de su alma reivindicativa, siempre en sentido angosto a los tristes intereses estandarizados, un bocadillo de mortadela por el que se venden, con una subvención que asegure el sustento o, en el peor de los casos y muy denominador común a los imperios económicos comunicativos como una extensión o arma política del progresista de turno, o estos personajes de tenebrosa moda que quieren alcanzar el cielo con las armas o, amparando a los que defienden la simbología del atentado cobarde, y eso ha dado con la mediocridad y el sensacionalismo amarillo periodístico de este mundo globalizado.

El ataque deleznable a un periódico de provincias con corazón y empaque nacional o a los propios de entidad nacional, con ente soberano, merecen la máxima condena, de colaboradores, de desconocidos, de legisladores y de regidores, pero, sobre todo, de compañeros de ¿profesión?, ya no los hay ante la violencia y la desfachatez no hay competencia ni competitividad, que nadie, ni ningún medio se equivoque, lo contrario es eso, doblar la espalada ante el poder manido, algo muy de moda, los ataques violentos a la libertad de prensa y la comunicación son torpedos a la línea de flotación de la estabilidad institucional y sobre todo constitucional, a la libertad propia del ser humano, al sistema, además, del ataque en paralelo a los derechos fundamentales a los ciudadanos en su derecho a la información.

No tengo dudas de que reponerse sin lamentos es algo que los viejos perros de la guerra saben hacer, y digo perros como sabuesos incólumes ante las verdaderas contingencias, y de eso estos diarios comprometidos con la verdad, comprometidos con su código deontológico, humildes pero contundentes, han recabado sobrada experiencia. “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas”. George Owell. Suerte y al toro.

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