‘La veta del alistamiento está en crisis’

Escrito por Carlos Illán Ruiz. 2 de febrero de 2022, MIÉRCOLES.

El patrón de San Antón llevaba dos años sin salir en procesión y cuando se iba a producir la ansiada salida, faltaban costaleros para llevarlo. No es sólo una muestra de un problema puntual en la fe cristiana, pues también se está visionando cada vez más en otros terrenos, pues resulta complicado encontrar personas con vocación para enrolarse en el movimiento vecinal y los partidos políticos tienen problemas para encontrar afiliados de corazón. El problema existe porque toda siembra tiene su cosecha, para bien o para mal.

El relevo generacional es un problema tanto como el de fe (religiosa, política…) y así lo estoy detectando en los numerosos contactos que mantengo con colectivos y formaciones en mi labor periodística. Por ello, estoy en condiciones de afirmar que existe esa situación de forma general, pues siempre hay sus excepciones. Además, creo que la pandemia lo que ha hecho es agravar al generar apatía en muchos.

Hubo una situación similar que se solventó. Me refiero a Carthagineses y Romanos. En la primera década de este siglo desaparecieron varias tropas y legiones por la falta de personas que se enrolasen en las fiestas, pero se trabajó la incorporación de jóvenes y las restas se convirtieron en sumas, habiendo quedado, actualmente, desterrado el peligro.

El problema ahora lo veo en otros sectores. Uno es el movimiento vecinal. Desde luego no se va a volver a vivir un ‘boom’ como sucedió en los primeros lustros de la Democracia española, pero tampoco puede ser que bastantes directivos de asociaciones de vecinos sean de las mismas ‘quintas’ que las de los colectivos de la tercera edad. Ahora veo brotes con varios presidentes jóvenes que en los últimos meses han accedido a los cargos, y de los que estamos ofreciendo entrevistas en el diario Cartagena de Hoy para aportar nuestro ‘granito de arena’ y que sirvan de imán para otros. Sin embargo, son casi un centenar de asociaciones vecinales y queda aún para solucionar la situación para bien de los núcleos de población, pues ahí tienen la mejor voz para exigir a las autoridades. No basta con que lo digamos los que estamos fuera, es un asunto para incluir en todos los ‘órdenes del día’ de sus asambleas y reuniones.

En política también pasaron los ‘años dorados’. Ahora, incluso, cuesta en algunos partidos conseguir personas para optar a las vocalías de las juntas vecinales. Aquí la causa parece más evidente y apunta hacia la degradación que los propios partidos han generado por diversos motivos (incluida la corrupción y diversas actitudes poco sociales). Todavía quedan ‘forofos’ de uno y otro color, pero, con sus honrosas excepciones (reitero), cada vez más las formaciones políticos son de unos cuantos (la mayoría veteranos) que de unos muchos.

Pasamos a la fe cristiana. Que hay crisis nadie lo duda y ahí está el obispo pidiendo una labor de evangelización a los vecinos de San Antón, donde el patrón tuvo que efectuar un recorrido efímero ante la ausencia de costaleros, como contó Cartagena de Hoy, presente en éstas fiestas como en tantas otras. Sin embargo, no hay que apuntar a San Antón como un problema localizado en esta villa. En absoluto, va más allá, como creo que perciben muchos. Otro ejemplo está en la Semana Santa de Cartagena, donde la mujer ha cobrado protagonismo porque es de justicia y porque también su empuje ha servido para tapar carencias de fieles varones en labores como llevar algún que otro trono. Pienso que la Iglesia está trabajando este problema desde hace algún tiempo, con lugares donde ya recoge resultados, pero luego resulta que lo agrava por otro lado. Me refiero al tema del cementerio de La Palma, que ha sido inmatriculado por el Obispado y que ha generado un gran conflicto. Afecta a unas trescientas familias, pero han sido 129 las que se han metido en la vía judicial para exigir lo que consideran que es suyo desde hace décadas y para lo que no ven voluntad para aclarar por parte de los religiosos de la Región. Si hacemos cálculos, en torno a esas familias pueden estar unas dos mil personas cabreadas que más bien proclamarán el desapego a la Iglesia.

En general, tanto políticos como religiosos o movimientos vecinales precisan hacer ‘amigos’ y convencer (con hechos más que con palabras) de que merece la pena estar con ellos. Todo lo demás es palabrería y postureo, el gran arte del siglo XXI.

Sin embargo, lo mismo resulta que soy yo el que no ve bien y el que percibe lo que no es, con lo que todo estará ‘ferpecto’ como está porque no faltan fieles”.

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